Eric Gabriel Hearten

Eric sale de Hogwarts con unas notas estupendas en sus EXTASIS, lo que le permite ganarse fácilmente un puesto de auror en el Ministerio de Magia Londinense. Sale sin pareja, porque en principio lo que desea es vivir su mayoría de edad de una manera alocada. Pierde el contacto con Drite porque mientras que Eric escoge el camino de una vida sencilla y terrenal, ella se va en busca de la senda de la sabiduría y se prepara para ser alquimista.
Tres años después, a la edad de veinte años, se va a vivir con Drita, con la que no pierde el contacto nunca, y llevan una vida acomodada en una casa más o menos grande. La madre de Eric costea el servicio de limpieza y todo lo demás, así que solo se preocupan de sí mismos.
Un verano, durante unas vacaciones en Francia, casualmente se reencuentra con Cath, la que había sido el gran amor de su adolescencia, y los dos llevan a cabo un affaire, del que nace su hija Aline, cuyos padrinos son Drita y Danny.
Una vez Marie D’Angelo se entera de que Cath está embarazada, insiste en que Eric y ella se casen, porque es una mujer muy tradicional y no quiere que su hijo deje madres solteras. Le da igual que Cath ya tenga un hijo porque insiste en que llevará el apellido de Eric. No les hace mucha gracia, porque están enamorados, pero no quieren atarse, por lo que pueda pasar. Sin embargo, la promesa de una vida acomodada costeada por la señora D’Angelo les puede demasiado, y acceden.
Es una vez se han casado y se han ido a vivir a Paris, en mención al lugar en el que se reencontraron, cuando los escasos mortifagos que quedan reunidos en numerosos grupos, le exigen a Eric que ponga su magia a su servicio a cambio de la vida de su familia. Si se niega, él vivirá, pero morirá su familia, para torturarle. Él accede, porque es incapaz de pensar en Julian, la pequeña Aline y la mujer de sus sueños sufriendo.
Se dedica a hacer trabajos para los mortifagos, no quiere especificar qué tipo de trabajos, porque se siente avergonzado de sí mismo por haber disfrutado, en ocasiones. Ahora se siente mal consigo mismo, pero el poder lo emborrachaba.
Cuando creía que su vida había llegado a una cierta estabilidad entre su familia, su trabajo oficial y su trabajo clandestino, una redada del ministerio en el edificio donde se reunían los mortifagos acaba con todo. Algunos escapan, como su prima Elyse, que pertenecía al mismo grupo, pero él no. Eric es procesado, y el tribunal le pone como condición para su absolución que entregue la carta que se suponía que había recibido. Evidentemente, él la había guardado, porque era la garantía que le habían dado de que su familia viviría. Cuando fue a buscarla, no estaba, y supo quiénes fueron los que la robaron. Los mortifagos que escaparon de la redada.
Como no tiene pruebas de su inocencia, es enviado a Azkaban, pero no pasa mucho tiempo allí.
Drite, que ha llegado a ser una gran alquimista, siempre lo ha cuidado desde la distancia, como una hermana mayor, consigue contactar con Cath, con Drita y Danny y con Erik Orlowski, para realizar una misión de rescate. Resulta complicado, tienen que espantar dementores y asesinar guardias, pero consiguen sacarle de la prisión.
Todos juntos viven un tiempo como prófugos de la justicia, y por las ciudades se ven carteles animados con sus caras. El cartel de Eric es su ficha policial, y los de los demás, fotos cedidas por conocidos que no se han atrevido a dar sus nombres. Sin embargo, lo que apremia al grupo de prófugos es encontrar a los mortifagos.
Cuando por fin lo hacen, es en Londres. Consiguen llegar a su base gracias a un traslador cedido por Elyse, la prima de Eric, que no participa en la batalla. Todo resulta una carnicería. Consiguen acabar con los mortifagos a base de maldiciones imperdonables… pero recuperan la carta.
Entonces, Eric se presenta con ella ante el Ministerio de Magia, y por fin le dan la absolución. Es libre, pero le retiran el permiso de auror. Sin embargo, como es un hombre afamado en su profesión, consigue un puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en la academia Beauxbatons.
Y por fin, tiene una vida tranquila.